
Giuseppe Bonaviri, 'Dolcissimo'

Cristina Campo, 'Si estuvieses aquí. Cartas a María Zambrano'

Leo Spitzer, 'Cartas a Benedetto Croce y a Elena Croce'
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Giuseppe Bonaviri, 'Dolcissimo'
NARRATIVA. Nacido en Mineo (Catania, Sicilia) en 1924, Giuseppe Bonaviri hizo de su pequeño pueblo natal el centro de su narrativa desde su primera novela, 'Il sarto della stradalunga' (1954). Aunando autobiografía y una particular mezcla de géneros (desde el relato fantástico, la fábula filosófica e incluso la ciencia-ficción) se convirtió muy pronto en una de las voces más particulares de la narrativa italiana con títulos como 'La divina foresta' (1969), 'Dolcissimo' (1978), 'Il dormiveglia' (1988) o 'Giufà e Gesù' (2001). Su 'Autobiografia in do minore' (2006) se publicó tres años antes de su muerte en Frosinone (Lazio), donde vivió gran parte de su vida compaginando la literatura con la práctica de la medicina. -
Cristina Campo, 'Si estuvieses aquí. Cartas a María Zambrano'
NARRATIVA. La poetisa y traductora Cristina Campo, pseudónimo de Vittoria Guerrini (1923-1977), conoce a finales de los años cincuenta a María Zambrano, con la que inicia un significativo intercambio epistolar. Las cartas, fechadas entre 1961 y 1975, ponen de relieve, con palabras de la editora Maria Pertile, "la convergencia de vida y obra, de palabra y acción, entre las dificultades, con frecuencia extremas, de dos peculiares formas de exilio interior y exterior", y son una fuente inexcusable para conocer el complejo vínculo de amistad y colaboración intelectual que unió a ambas escritoras a lo largo de década y media. -
Leo Spitzer, 'Cartas a Benedetto Croce y a Elena Croce'
NARRATIVA. Epistológrafo de vena fértil y vivaz, el romanista Leo Spitzer (1887-1960) no solía conservar las cartas que recibía. De este hecho nace parte del interés por las epístolas que cruzó con el filósofo italiano Benedetto Croce desde la concesión a este, a propuesta de Spitzer, del título de honoris causa por la universidad de Marburgo en 1927. La única vez que ambos llegaron a verse en persona con ocasión de tal ceremonia, marcó, sin embargo, una relación que se prolongó hasta la muerte de Croce en 1952 y cuyo tema fue, en palabras de Spitzer "no tanto la estilística (sobre la que estamos de acuerdo) como la situación moral, inmediatamente advertida por el perspicaz invitado, de un profesor austríaco y judío como yo en un ambiente universitario alemán".